El libro Reinas Viudas de España, de José Calvo Poyato, nos depara en estos días el placer de la lectura sustanciosa y amena. Como es sabido, las reinas sólo tienen la obligación de parir hijos que prolonguen la estirpe. Antiguamente estaban siempre preñadas y, como la medicina estaba en mantillas, muchas perecían en el parto o en el sobreparto. No obstante, en la historia de España ha habido hasta ocho reinas viudas que han enterrado al marido y a casi todas ha habido que desterrarlas de la corte para evitar que enreden. En el libro de Calvo Poyato, que se lee como una novela, pero que está respaldado con la ciencia del historiador riguroso que es su autor, las reinas que han sido seres opacos, meros reproductores, se muestran muy diferentes cuando se quedan viudas y sacan a relucir sus ocultas potencias.

En el libro de Calvo Poyato están todas. La desdichada Juana La Loca encerrada en un castillo por su padre; Mariana de Austria, la viuda monjil de Felipe IV, que se sonroja, ya cadáver, cuando los embalsamadores le abren el camisón; Maria Ana de Noburgo, la viuda de Carlos II el Hechizado, una alemana fortachona y ambiciosa que finge embarazos y se insulta en alemán con su suegra; Luisa Isabel de Orleans, viuda del fugaz Luis I, grosera y caprichosa, que plantea un conflicto diplomático porque el gobierno español intenta devolverla a Francia, pero el francés se niega a recibirla: “no hay persona que la quiera, ni para criada”; Isabel de Farnesio, viuda de Pelipe V, el Salido, mujer de armas tomar, que cada día deja al rey para el arrastre en el tálamo y después dirige la política del país con ayuda del cardenal Alberoni. Esta viuda, iba a terminar su vida en La Granja, tiroteando ciervos, pero la fortuna la devuelve a Madrid, primero como regente, después como madre de un rey viudo (Carlos III): la felicidad; María Cristina de Borbón, viuda de su tío Fernando VII, que se enamora de un garañón de su guardia, se le declara (ella a él) en la finca de Quitapesares (sic), se casan y tienen siete hijos; María Cristina de Habsburgo, viuda de Alfonso XII, austriaca, que anuncia alborozada en el comedor de palacio la muerte de lord Kitchener, en la Primera Guerra Mundial, y su nuera la reina Victoria, inglesa, amiga y admiradora del fallecido, clava las uñas en el mantel. Esta Victoria es la viuda de Alfonso XIII, fría como una llave… Suma y sigue.

Un libro que instruye y deleita. Me lo lean.