Van a canonizar a Isabel la Católica. Votan a favor de la propuesta tres de cada cuatro obispos de la Conferencia Episcopal, cuyos anillos beso (o sea, aclaremos: beso los de toda la conferencia, no sólo los de los que votan a favor de Isabel). El argumento es que la reina de Castilla ha efectuado dos milagros: ha curado un cáncer y una hemorragia cerebral.

Se les ha pasado agregar al expediente otro milagro que la reina hizo en vida. Cuando sólo era princesa de Castilla (como hermana del rey Enrique IV), el maestre de la orden de Calatrava, don Pedro Girón, solicitó su mano, en parte por emparentar con la casa real, que el tipo picaba alto, y en parte porque Isabel era una rubita graciosa y menuda, de pechitos pequeños y culito respingón. A Isabel casi le da un soponcio cuando se enteró de que su hermano había aprobado su matrimonio con aquel sujeto feo, bruto y viejo, pero más poderoso que el propio rey. La princesa lloró y suplicó, pero no lo sirvió de nada. El débil Enrique había fijado ya el día de la boda. Mientras Isabel oraba día y noche en la capilla del alcázar de Segovia pidiendo a Dios que impidiese el enlace, Girón se puso en camino con un amedrentador séquito que más bien parecía ejército en campaña. El primer día pernoctó en el castillo de El Berrueco, en Jaén, y allí ocurrió la primera parte del prodigio: una bandada de cigüeñas que había seguido a la tropa, estuvo un rato sobrevolando el castillo y luego desapareció en dirección a Castilla. Cuatro días más tarde, Girón pernoctó cerca de Villarrubia (Ciudad Real) y allí ocurrió la segunda parte del prodigio: el novio cenó de excelente humor, se fue a dormir y amaneció muerto. El médico que certificó el óbito dijo que había sido muerte natural, de esquinencia, pero vaya usted a saber. Como no tenemos pruebas que imputen a Isabel en el posible envenenamiento lo más lógico es pensar que Dios hizo un milagro para que la princesa de castilla pudiera casarse con Fernando de Aragón, lo que nos acarreó a los Austrias y después a los Borbones, y luego las Restauraciones, Franco, la Transición y la presente España va bien. Dios, que tiene el paso corto y la vista larga, como los antiguos guardias civiles, se cargó al ambicioso Girón para facilitarle el camino a Aznar, así lo veo yo. Dios es de derechas de toda la vida, así como lo son el Gobierno y la Conferencia Episcopal. Los que me están resultando un poco dudosos y tirando a rojillos son los obispos de ese veinticinco por ciento que ha votado en contra de Isabel. Habrán sido los obispos vascos, como siempre.