Como todos los años, Mc Luhan bajó a ver conmigo el Rocío, los dos con zahones, botos y traje corto en la sala de estar, frente al televisor y a la vera de la radio, el rebujito en la mano. Conecto. Imágenes de matronas fornidas, con traje de volantes y riñonera al cinto, que bracean denodadamente en las arenas, la flor de alambre enhiesta en el occipucio. “¿Cómo va?”, pregunta una becaria de emisora local. “¡En la gloria, hija! ¡Esto es lo más grande! ¡Esto no se pué aguantá! ¡Esto hay que verlo!” Sobria voz en off: “Llega el simpecado de Badalona, enorme emoción, y aquí, ¡atención! el de Bruselas, una hermandad reciente pero ya transida de sentimiento rociero”. Otra voz tertuliana: “el Rocío ha dado el salto y conquista Europa, ¡Esto es lo más grande del mundo!” Lo corrige el locutor: “No, el salto, no: el vuelo de la Blanca Paloma, en su migración rociera sin fronteras”. Otra: “Hemos puesto una pica en Flandes.” “La Blanca Paloma aspira al ecumenismo –apunta la voz grave del intelectual rociero-, lo católico es lo universal, o sea la mundialización del Rocío, la globalización mundializada que imprime carácter. El rociero es caminante. El Rocío se vive todo el año”. Murmullos aprobatorios. Imágenes de un gañán golpeando las patas a un buey para que se arrodille ante el Simpecado de su Hermandad. Tamboriles y flautas. Simpecados de variadas hechuras, un dechado de arte rociero y de tronío. Fervor. Carretas engalanadas. Salves. Cohetes. El polvo entre los pinos. Entrevista a un Hermano Mayor: se congratula de que dos hermandades enemistadas con odio cainíta por un quítame allá esas pajas se hayan reconciliado. Es un hombre hecho y derecho pero se le quiebra la voz y rompe a llorar. “¡Es que esto no se pué aguantá!”, explica. “¡La viril emoción del Rocío! –apostilla el locutor-. ¡La emoción que empolla la Blanca Paloma en los corazones rocieros! ¡Esto hay que vivirlo! ¡Esto no se pué aguantá!” Giro el dial: “…porque a lo que no hay derecho es que las últimas hermandades que llegan a la raya real pisen las mierdas que dejan las primeras. Tenía que haber unos servicios cada dos kilómetros, con sus duchas y su agua.” “Y un carril bici –exige otro-; y un carril para minusválidos. Y un catering, que no tengamos que cargar las criaturas con las ollas de adobo y las garrafas de vino”. El locutor remata: “Rocío…, polvo, sonido, vivencias, lágrimas, sentimiento, simpecado de Bruselas, la Comunidad Europea es rociera, otro año veremos el simpecado de Samarkanda. ¡El Rocío conquista el mundo mundial!”