Juan Eslava Galán es uno de los escritores más prolíficos del panorama nacional, además de ser de los más polifacéticos puesto que abarca muchos campos, desde la novela histórica, al ensayo pasando por la comedia… ¿cómo lo hace para escribir una media de dos novelas al año?
Sí, supongo que soy un autor prolífico porque en los últimos quince años he publicado más de treinta libros, entre novelas y ensayos, pero hay que tener en cuenta que parte de esos libros, especialmente los ensayos, ya existían y sólo he tenido que ponerlos al día o introducir ligeros retoques. Por lo demás me tomo mi trabajo muy seriamente, al estilo anglosajón. Quiero decir que paso una media de ocho o diez horas diarias delante del ordenador, escribiendo o corrigiendo. Soy un tipo aburrido al que no le gustan el fútbol, ni las presentaciones de libros ni la vida social en general. Me centro en mi trabajo, que también es mi placer, y que consiste en leer y en escribir. Por eso puede decirse que produzco tanto. Los autores que tardan tres o cuatro años en sacar una novela no están necesariamente trabajando en ella todo ese tiempo. O sea, el secreto es trabajar a diario y no esperar a que te visiten las musas.
¿Cuál es la novela que más le ha costado escribir?
La novela que más me ha costado es siempre la última, en este caso Señorita. Tenía que informarme mucho sobre detalles técnicos del avión stuka y del espionaje en la Guerra Civil española y esto se llevó su tiempo. Yo sé que tanta exactitud no es necesaria cuando se escribe ficción, pero yo pretendo creerme la historia para asegurarme de que así se la podrá creer el lector y eso cuesta lo suyo. En el caso de Señorita tuve la suerte de contar con un amigo piloto (antes militar, ahora civil), Juan Sol, que me facilitó mucho las cosas.
¿Qué obras le han marcado en su vertiente literaria?
Supongo que a un novelista lo marca todo, o sea lo marca la vida, o quizá, más exactamente la vida vivida y la vida leída. Yo, quizá sea por deformación profesional, voy por la vida observando personajes, escuchando conversaciones, almacenando situaciones, escenas. Puedo entrar en un estanco a comprar un sello y si los clientes que van llegando me resultan interesantes como personajes cederé mi turno una y otra vez para poder observarlos…
Luego están las lecturas. Yo soy en esto autodidacta pero con una formación clásica: de jovenzuelo leía lo que recomendaban los libros: Mío Cid, Celestina, Cervantes, Quevedo, san Juan de la Cruz, Galdós…. de algunos (Cervantes, Quevedo) me quedé prendido desde entonces. Entre los modernos españoles o hispanos me gustan Cela, Vargas Llosa, García Márquez, Sender, Cunqueiro, Pérez Reverte… También, lógicamente me dejo influir por el cine: hay películas que son grandes obras de arte que también enseñan a escribir o a montar las escenas, capítulo esencial en la novela moderna: Blade Runner, El Paciente Inglés…
¿Cuánto hay de autobiográfico en sus obras (y concretamente en cuáles podemos vislumbrar a Juan Eslava Galán)?
En toda obra literaria hay elementos autobiográficos porque sólo podemos escribir de lo que somos que es el resultado, repito de lo vivido y de lo leído. En mi obra hay muchos elementos autobiográficos que pasan más o menos desapercibidos, como debe ser. Son más evidentes en mi primera novela: Escuela y prisiones de Vicentito González (Muchnik editores, 2000) y en Catedral (Planeta 1989).
Su amor por su tierra natal, Jaén y su afán por dar a conocer las riquezas culturales de nuestro país es notoriamente conocido y también debido a ello se le ha adjudicado la identidad de Nicholas Wilcox, supuestamente amigo suyo y amante de España, ¿qué hay de cierto en ello?
Durante unos cuantos años algunos lectores han especulado sobre si el novelista inglés de libros de acción tipo bestseller Nicholas Wilcox y yo éramos la misma persona. Bueno, este verano mi amigo Pérez Reverte publicó un artículo en el que revelaba el secreto: sí, somos la misma persona. ¿Por qué he utilizado el pseudónimo? Las novelas de Wilcox son de un tipo al que mis lectores habituales no estaban acostumbrados y temí defraudarlos. Después para mi gran sorpresa he descubierto que Wilcox tenía tantos lectores como yo, aunque lectores distintos. Espero que ahora les pique la curiosidad a unos y a otros y busquen las novelas del otro escritor.
En la historia de los premios Planeta usted ha sido y es cada año un punto de obligada referencia debido a que era un desconocido cuando le premiaron por su novela “En Busca del Unicornio” y desmiente así las malas lenguas que hablan de que dicho premio está concedido a priori… Háblenos de esa experiencia y de cómo influyó en su carrera literaria.
El Premio Planeta supuso mucho para mí. Seguramente no exista un autor para el que este premio haya supuesto tanto. Cuando me dieron el Planeta (en 1987, por En Busca del Unicornio) yo era desconocido para el gran público. Tenía publicados un par de ensayos universitarios pero nunca me había atrevido a publicar ficción (por miedo a no encontrar editor, razonable). Después del planeta, que resultó ser un sorprendente éxito de crítica y de ventas (van impresos unos 800.000 ejemplares) no he tenido dificultad para ir publicando mis novelas y mis ensayos y he recibido otros premios y reconocimientos (Ateneo de Sevilla, Fernando Lara, Enrico Fattore de Italia, Premio de la Crítica Andaluza…).
Un tema que está muy de moda… los negros. Supongo que más de uno habrá pensado que es imposible escribir tanto, la verdad yo misma lo pensaría si no reconociera su estilo personal en cada una de sus obras, ¿qué opina del tema?
El asunto de los negros literarios es muy antiguo, siempre los ha habido, los hay ahora y me temo que los seguirá habiendo. Se cuenta que el extraordinariamente prolífico Alejandro Dumas tenía un negro que murió y lo dejó en el mayor desamparo porque él sólo no daba abasto a escribir para cubrir todos los compromisos editoriales que tenía. En esto estaba, ya casi desesperado, cuando llaman a su puerta, sale y se encuentra a un hombrecillo que descubre la cabeza y se le presenta:
– Buenas noches, monsieur Dumas: soy el negro de su negro.
Había muerto el intermediario y había que reestablecer la cadena de montaje.
Los negros suelen ser escritores que fueron famosos en su tiempo y después pasaron y ya no tienen quien les edite. Escriben a la manera de un autor consagrado que los contrata y luego ese autor corrige los textos para hacerlos suyos. Puede decirse que son obras del taller de…, como en la pintura antigua.
Analicemos por encima alguna de sus novelas. ¿Cómo se han tomado los fanáticos religiosos su ensayo El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo? Si no me equivoco al publicarlo armó bastante revuelo. De todos modos su ironía en lo referente a la Iglesia quedó patente en la divertidísima “Statio Orbis”.
Mi libro El Fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo me trajo algunos quebraderos de cabeza porque la cofradía sindonológica (una secta que necesita apoyar su fe en la legitimidad de esta reliquia) se lo tomó muy a mal. Yo sólo escribí un libro en contra, el único que existe en español que yo sepa, para que los lectores y el púbilco en general que se deja embaucar (en mi opinión) por los sindonólogos dispongan de una voz discrepante.
Personalmente mi novela favorita es “Señorita”, cuando la leí creí que sería una excelente base para un largometraje. ¿Le importaría que alguna de sus novelas fuera llevada a la gran pantalla? ¿Ya ha tenido alguna oferta al respecto?
Mis novelas suelen ser muy cinematográficas (no en vano soy muy aficionado al séptimo arte, además de hombre de mi tiempo). De hecho ha habido dos intentos de llevar al cine En Busca del Unicornio y Señorita, pero no han cuajado porque el cine histórico resulta carísimo.
Tiene a sus lectores ansiosos esperando una nueva novela, cuéntenos cuáles son sus proyectos a corto plazo.
Mis proyectos actuales. A finales de octubre aparecerán simultáneamente dos libros míos. Historia de España contada para escépticos y Santos y Pecadores. Este último es una especie de álbum de fotos, anuncios y estampas del siglo XX con pies y comentarios jocosos. Los que lo han visto me dicen que es regocijante. He tomado fotografías de gente anónima y les he puesto pie, a veces inventando una biografía a sus personajes.
Actualmente estoy trabajando en una novela ambientada en la Guerra Civil.